Juana de Castilla (1479-1555), que ha pasado a la historia como Juana la Loca, era hija de Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón. En 1496, Juana se casó con Felipe de Habsburgo, más conocido como Felipe el Hermoso, archiduque de Austria y heredero del Sacro Imperio Romano Germánico. La joven pareja, cuyo matrimonio constituía una alianza política, se instaló en la corte de Flandes. Allí recibieron la noticia de que Juana se había convertido en la heredera de las coronas de Castilla y Aragón, tras la muerte de sus dos hermanos y de su sobrino. Aunque no se convertiría en reina de Castilla hasta el fallecimiento de su madre en 1504 y en reina de Aragón hasta 1516, cuando murió su padre, era momento de prestar juramento como heredera del trono en las cortes castellanas. Para ello, Juana y Felipe emprendieron un largo viaje desde Bruselas hasta Toledo. Tardaron seis meses en llegar hasta las cortes castellanas, donde finalmente llevaron a cabo el juramento en mayo de 1502.
El paso de la comitiva procedente de Flandes, que incluía las carrozas reales, más de cien carretas con los pertrechos necesarios para el viaje, una escolta real conformada por 150 arqueros de Borgoña y más de 1.200 soldados a caballo debió de ser todo un espectáculo para las gentes de la época. Tras cruzar el Bidasoa, el 26 de enero de 1502 llegaron a Hondarribia, que era la primera localidad de la corona castellana que pisaban los futuros reyes. Allí fueron recibidos con todos los honores por don Hernando de Luna, alcaide de la ciudad que les entregó las llaves de la villa, y Don Bernardo de Rojas y Sandoval, marqués de Denia y Duque de Lerma, y persona de confianza de Isabel y Fernando. Las calles del casco histórico habían sido engalanadas con tapices y telas tendidas desde las balconadas.
Juana y Felipe se alojaron en el castillo. Curiosamente la tradición popular dice que pernoctaron en el Palacio de Eguiluz, conocido popularmente por el nombre de Palacio de Juana la Loca, a pesar incluso de que la construcción, por lo menos con el aspecto actual, es muy posterior a la visita de Juana, ya que fue erigido en el s. XVII. Pasaron tres días en la villa, con los consiguientes problemas de suministro que causó en la población la presencia de una comitiva tan extensa.
Pero la historia de Juana, a pesar de tener un futuro tan prometedor, tomó otros derroteros. La reina, a partir de 1506, cuando su esposo falleció, fue relegada del poder y, tres años después, pasó a vivir encerrada en Tordesillas, primero por orden de su padre y después por decisión de su hijo, el rey Carlos I, a quien se le debe el aspecto actual del castillo de la Plaza de Armas. El motivo que ambos alegaron es que Juana padecía una enfermedad mental que terminó por adjudicarle el sobrenombre de “loca”. La historia nos ha contado que fue una locura de amor, provocada por los celos hacia su marido y la desolación que atrapó a la reina cuando éste murió. Acompañó el féretro de su esposo por tierras castellanas, en un viaje que se prolongó durante ocho meses y que no hizo más que alimentar la fama de su locura. En realidad, el encierro tenía que ver con el control sobre Juana, que ejercieron tanto su padre como su hijo, y los intereses políticos de ambos. El hecho de que haya pasado a la historia como Juana la Loca nos habla de los prejuicios con los que en la mayoría de los casos se aborda la vida y obra de las mujeres que acceden al poder.
Lugar: el Palacio Eguiluz
Aunque al Palacio Eguiluz se lo conoce popularmente como el Palacio de Juana la Loca, no había sido todavía erigido, tal y como lo vemos hoy en día, cuando la reina visitó la ciudad. La fachada, de estilo renacentista y construida en sillería, tiene abundantes elementos decorativos. La entrada está coronada por un frontón triangular partido por un impresionante escudo, sustentado por dos leones rampantes. Aunque su denominación no sea correcta desde el punto de vista histórico, nunca está de más que un edificio de estas características conserve un nombre de mujer.
Juana de Castilla (1479-1555), que ha pasado a la historia como Juana la Loca, era hija de Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón. En 1496, Juana se casó con Felipe de Habsburgo, más conocido como Felipe el Hermoso, archiduque de Austria y heredero del Sacro Imperio Romano Germánico. La joven pareja, cuyo matrimonio constituía una alianza política, se instaló en la corte de Flandes. Allí recibieron la noticia de que Juana se había convertido en la heredera de las coronas de Castilla y Aragón, tras la muerte de sus dos hermanos y de su sobrino. Aunque no se convertiría en reina de Castilla hasta el fallecimiento de su madre en 1504 y en reina de Aragón hasta 1516, cuando murió su padre, era momento de prestar juramento como heredera del trono en las cortes castellanas. Para ello, Juana y Felipe emprendieron un largo viaje desde Bruselas hasta Toledo. Tardaron seis meses en llegar hasta las cortes castellanas, donde finalmente llevaron a cabo el juramento en mayo de 1502.
El paso de la comitiva procedente de Flandes, que incluía las carrozas reales, más de cien carretas con los pertrechos necesarios para el viaje, una escolta real conformada por 150 arqueros de Borgoña y más de 1.200 soldados a caballo debió de ser todo un espectáculo para las gentes de la época. Tras cruzar el Bidasoa, el 26 de enero de 1502 llegaron a Hondarribia, que era la primera localidad de la corona castellana que pisaban los futuros reyes. Allí fueron recibidos con todos los honores por don Hernando de Luna, alcaide de la ciudad que les entregó las llaves de la villa, y Don Bernardo de Rojas y Sandoval, marqués de Denia y Duque de Lerma, y persona de confianza de Isabel y Fernando. Las calles del casco histórico habían sido engalanadas con tapices y telas tendidas desde las balconadas.
Juana y Felipe se alojaron en el castillo. Curiosamente la tradición popular dice que pernoctaron en el Palacio de Eguiluz, conocido popularmente por el nombre de Palacio de Juana la Loca, a pesar incluso de que la construcción, por lo menos con el aspecto actual, es muy posterior a la visita de Juana, ya que fue erigido en el s. XVII. Pasaron tres días en la villa, con los consiguientes problemas de suministro que causó en la población la presencia de una comitiva tan extensa.
Pero la historia de Juana, a pesar de tener un futuro tan prometedor, tomó otros derroteros. La reina, a partir de 1506, cuando su esposo falleció, fue relegada del poder y, tres años después, pasó a vivir encerrada en Tordesillas, primero por orden de su padre y después por decisión de su hijo, el rey Carlos I, a quien se le debe el aspecto actual del castillo de la Plaza de Armas. El motivo que ambos alegaron es que Juana padecía una enfermedad mental que terminó por adjudicarle el sobrenombre de “loca”. La historia nos ha contado que fue una locura de amor, provocada por los celos hacia su marido y la desolación que atrapó a la reina cuando éste murió. Acompañó el féretro de su esposo por tierras castellanas, en un viaje que se prolongó durante ocho meses y que no hizo más que alimentar la fama de su locura. En realidad, el encierro tenía que ver con el control sobre Juana, que ejercieron tanto su padre como su hijo, y los intereses políticos de ambos. El hecho de que haya pasado a la historia como Juana la Loca nos habla de los prejuicios con los que en la mayoría de los casos se aborda la vida y obra de las mujeres que acceden al poder.
Lugar: el Palacio Eguiluz
Aunque al Palacio Eguiluz se lo conoce popularmente como el Palacio de Juana la Loca, no había sido todavía erigido, tal y como lo vemos hoy en día, cuando la reina visitó la ciudad. La fachada, de estilo renacentista y construida en sillería, tiene abundantes elementos decorativos. La entrada está coronada por un frontón triangular partido por un impresionante escudo, sustentado por dos leones rampantes. Aunque su denominación no sea correcta desde el punto de vista histórico, nunca está de más que un edificio de estas características conserve un nombre de mujer.