Tras los Alardes de 1996 nada volvió a ser igual, porque ocurrió lo que nadie esperaba: el estallido de un conflicto que ha durado más de 25 años y que aún sigue vivo. A partir de ese momento, los insultos que se escucharon por primera vez en Hondarribia se convirtieron en estigma a través de la repetición: kanpotarra, puta, lesbiana, marimacho, bigotuda, escopetera. Más adelante también HBras, etarras o españolas.

Las declaraciones del concejal de cultura y teniente de alcalde de Hondarribia quisieron restar importancia a lo sucedido. El Ayuntamiento siguió haciendo oídos sordos a las peticiones, como si nada ocurriera; sin embargo, un sector del pueblo empezó a organizarse, y crearon después la asociación Betiko Alardearen Aldekoak, para defender el Alarde sin mujeres soldado. Para ello, impulsaron la privatización del Alarde y el Ayuntamiento entregaría la organización del Alarde a la Fundación que se crearía posteriormente. La privatización ayudó a evitar lo regulado por la ley y a mantener a las mujeres fuera de Alarde. De hecho, a partir de ese primer año, tanto en Irun como en Hondarribia se iniciaron procesos judiciales con la esperanza de que las leyes y los juzgados apoyaran la participación de las mujeres en los alardes. También hubo quienes anónimamente agredieron, amenazaron y sacaron comunicados contra las mujeres soldado, transmitiéndoles miedo y odio. El conflicto lo impregnó todo.

Las personas partidarias de la participación de las mujeres también siguieron organizándose en la asociación Juana Mugarrietakoa. Mediante manifestaciones y otras muchas iniciativas, intentaron desmontar el discurso en su contra: es decir, la idea de que querían destruir el Alarde. Desde el inicio del conflicto y hasta 2023, la alcaldía estuvo en manos EAJ/PNV. Durante esos largos años el Ayuntamiento nunca tomó posición a favor de las mujeres soldado, sino todo lo contrario, y nunca recibió a la compañía Jaizkibel. Sin embargo, en los últimos años el pórtico municipal se ha convertido en el punto de encuentro de diferentes representantes de organizaciones sociales y políticas que se manifiestan a favor de la participación de las mujeres, llenando el vacío dejado por el consistorio. En las elecciones municipales de mayo de 2023 se produjo un cambio político, y el partido Abotsanitz asumió la alcaldía. En 2023 el alcalde recibió por primera vez a Jaizkibel y al Alarde discriminatorio.

FOTOGRAFÍA: Compañía Jaizkibel

Tras los Alardes de 1996 nada volvió a ser igual, porque ocurrió lo que nadie esperaba: el estallido de un conflicto que ha durado más de 25 años y que aún sigue vivo. A partir de ese momento, los insultos que se escucharon por primera vez en Hondarribia se convirtieron en estigma a través de la repetición: kanpotarra, puta, lesbiana, marimacho, bigotuda, escopetera. Más adelante también HBras, etarras o españolas.

Las declaraciones del concejal de cultura y teniente de alcalde de Hondarribia quisieron restar importancia a lo sucedido. El Ayuntamiento siguió haciendo oídos sordos a las peticiones, como si nada ocurriera; sin embargo, un sector del pueblo empezó a organizarse, y crearon después la asociación Betiko Alardearen Aldekoak, para defender el Alarde sin mujeres soldado. Para ello, impulsaron la privatización del Alarde y el Ayuntamiento entregaría la organización del Alarde a la Fundación que se crearía posteriormente. La privatización ayudó a evitar lo regulado por la ley y a mantener a las mujeres fuera de Alarde. De hecho, a partir de ese primer año, tanto en Irun como en Hondarribia se iniciaron procesos judiciales con la esperanza de que las leyes y los juzgados apoyaran la participación de las mujeres en los alardes. También hubo quienes anónimamente agredieron, amenazaron y sacaron comunicados contra las mujeres soldado, transmitiéndoles miedo y odio. El conflicto lo impregnó todo.

Las personas partidarias de la participación de las mujeres también siguieron organizándose en la asociación Juana Mugarrietakoa. Mediante manifestaciones y otras muchas iniciativas, intentaron desmontar el discurso en su contra: es decir, la idea de que querían destruir el Alarde. Desde el inicio del conflicto y hasta 2023, la alcaldía estuvo en manos EAJ/PNV. Durante esos largos años el Ayuntamiento nunca tomó posición a favor de las mujeres soldado, sino todo lo contrario, y nunca recibió a la compañía Jaizkibel. Sin embargo, en los últimos años el pórtico municipal se ha convertido en el punto de encuentro de diferentes representantes de organizaciones sociales y políticas que se manifiestan a favor de la participación de las mujeres, llenando el vacío dejado por el consistorio. En las elecciones municipales de mayo de 2023 se produjo un cambio político, y el partido Abotsanitz asumió la alcaldía. En 2023 el alcalde recibió por primera vez a Jaizkibel y al Alarde discriminatorio.

FOTOGRAFÍA: Compañía Jaizkibel

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