Hasta 1840 no existieron puentes estables sobre el río Bidasoa. En el lado de Santiago, se construyeron los puentes ferroviarios a medida que los distintos ferrocarriles fueron atravesando la frontera, pero no hubo paso de peatones ni vehículos rodados hasta 1914. Por tanto, si se quería atravesar por ese punto, era necesario acceder a la barca que cruzaba el río, inmortalizada en tantas postales.
Según las épocas, ese servicio fue una concesión foral (mientras existió la alcaldía de Sacas) o municipal y en muchas ocasiones esa concesión fue ganada por alguna mujer, que desempeñaba el oficio por sí misma o ejercía de empresaria contratando a diferentes barqueros.
También se cree que en Irun hubo gabarreras. En estos embarcaderos ubicados cerca del Puente de Dumboa, se descargaba la arena, que era una gran riqueza del río que se empleaba luego para la construcción. Asimismo, podemos suponer que sería un interesante punto para el contrabando.
Hasta 1840 no existieron puentes estables sobre el río Bidasoa. En el lado de Santiago, se construyeron los puentes ferroviarios a medida que los distintos ferrocarriles fueron atravesando la frontera, pero no hubo paso de peatones ni vehículos rodados hasta 1914. Por tanto, si se quería atravesar por ese punto, era necesario acceder a la barca que cruzaba el río, inmortalizada en tantas postales.
Según las épocas, ese servicio fue una concesión foral (mientras existió la alcaldía de Sacas) o municipal y en muchas ocasiones esa concesión fue ganada por alguna mujer, que desempeñaba el oficio por sí misma o ejercía de empresaria contratando a diferentes barqueros.
También se cree que en Irun hubo gabarreras. En estos embarcaderos ubicados cerca del Puente de Dumboa, se descargaba la arena, que era una gran riqueza del río que se empleaba luego para la construcción. Asimismo, podemos suponer que sería un interesante punto para el contrabando.