Los años 2001 y 2002 también fueron diferentes. Los Alardes anteriores fueron de mucha tensión y confrontación. Esto provocaba un gran desgaste y dolor, ya que el conflicto se prolongaba durante todo el año. En 2001, además, las sentencias en torno a los Alardes privados protegían el Alarde tradicional sin mujeres soldado, por lo que la Ertzaintza tenía la orden de no incluir a las mujeres soldado en el Alarde.
Fueron años de frustración, indignación, tristeza e impotencia. De hecho, llevaban seis años intentándolo y luchando, pero parecía que tenían todo en contra. La vía judicial también empezó a agotarse. Pese a todo ello, Jaizkibel nunca dejó de desfilar el 8 de septiembre y siempre estuvo en la calle. En 2001 y 2002 tuvieron problemas con los permisos y, conscientes de que si entraban en el Alarde serían expulsadas por la Ertzaintza, durante esos años desfilaron alejadas del centro de la localidad, por la zona de Saindua.
Jaizkibel tuvo que esperar hasta 2003 para poder realizar por primera vez el recorrido completo, eso sí, en solitario y en un horario diferente. Jaizkibel solicitó permiso para desfilar de 11.00 a 13.00 horas, totalmente fuera del horario del Alarde tradicional, y lo consiguió. La compañía Jaizkibel valoró muy positivamente poder haber realizado todo el recorrido. La capitana de Jaizkibel, Ixabel Alkain, afirmó que era «el principio del fin del conflicto», aunque advirtió de que aún les quedaba mucho camino por recorrer.
En 2004 ocurrió lo mismo. La compañía Jaizkibel salió tras el Alarde tradicional, con una pancarta que demandaba un Alarde público y único abriendo camino. Para entonces el Alarde ya estaba privatizado y eso hizo que el sector más extremista del pueblo se relajara; así, la tensión fue bajando. De hecho, ya no hacía falta esa ofensiva para evitar que las mujeres soldado entraran en el Alarde: a partir de ese momento la Ertzaintza desempeñaría ese papel.
FOTOGRAFÍA: Compañía Jaizkibel
Los años 2001 y 2002 también fueron diferentes. Los Alardes anteriores fueron de mucha tensión y confrontación. Esto provocaba un gran desgaste y dolor, ya que el conflicto se prolongaba durante todo el año. En 2001, además, las sentencias en torno a los Alardes privados protegían el Alarde tradicional sin mujeres soldado, por lo que la Ertzaintza tenía la orden de no incluir a las mujeres soldado en el Alarde.
Fueron años de frustración, indignación, tristeza e impotencia. De hecho, llevaban seis años intentándolo y luchando, pero parecía que tenían todo en contra. La vía judicial también empezó a agotarse. Pese a todo ello, Jaizkibel nunca dejó de desfilar el 8 de septiembre y siempre estuvo en la calle. En 2001 y 2002 tuvieron problemas con los permisos y, conscientes de que si entraban en el Alarde serían expulsadas por la Ertzaintza, durante esos años desfilaron alejadas del centro de la localidad, por la zona de Saindua.
Jaizkibel tuvo que esperar hasta 2003 para poder realizar por primera vez el recorrido completo, eso sí, en solitario y en un horario diferente. Jaizkibel solicitó permiso para desfilar de 11.00 a 13.00 horas, totalmente fuera del horario del Alarde tradicional, y lo consiguió. La compañía Jaizkibel valoró muy positivamente poder haber realizado todo el recorrido. La capitana de Jaizkibel, Ixabel Alkain, afirmó que era «el principio del fin del conflicto», aunque advirtió de que aún les quedaba mucho camino por recorrer.
En 2004 ocurrió lo mismo. La compañía Jaizkibel salió tras el Alarde tradicional, con una pancarta que demandaba un Alarde público y único abriendo camino. Para entonces el Alarde ya estaba privatizado y eso hizo que el sector más extremista del pueblo se relajara; así, la tensión fue bajando. De hecho, ya no hacía falta esa ofensiva para evitar que las mujeres soldado entraran en el Alarde: a partir de ese momento la Ertzaintza desempeñaría ese papel.
FOTOGRAFÍA: Compañía Jaizkibel