Sabemos de Catalina de Gijón que era vecina de Hondarribia y que falleció en el año 1555, ya que se ha conservado su testamento. También cuenta la documentación que era viuda de Juanes de Casanueva, pero apenas contamos con unas pocas pinceladas más para trazar la biografía de esta singular mujer. Sin embargo, y a pesar de la ausencia de datos de su biografía, hay más de una docena de documentos asociados con ella en el Archivo Histórico Provincial de Gipuzkoa.

Así es como ha pasado Catalina de Gijón a la historia, a veces como demandante, a veces como demandada. En julio de 1541, ya viuda de Juanes, le reclamaron a ella y a Jordana de Montaot los beneficios que había obtenido su cuñado Esteban de Casanueva con la venta de varios quintales de hierro. También ese año, Juan de Aldave, el mismo que le había reclamado la venta del hierro, tuvo que permitir que Catalina sacara los bienes de una nao que legítimamente le pertenecían. Esto incluía una bomba, para achicar el agua de la nao, y un cepo de lombarda, un cañón de gran calibre utilizado en la época. En 1542, un documento demuestra que Catalina de Gijón, junto a Catalina de Casanueva, ambas vecinas de Hondarribia, tenían arrendados varios molinos en Irun por un plazo de treinta años.

Pero el más interesante de los negocios en los que intervenía Catalina era el de la pesca. El 28 de marzo de 1551 se firmó un documento que recogía un pleito entre Catalina de Gijón y Juanot de Aduna. Ambos eran propietarios de una nao, de nombre “Santa María”, fondeada en el puerto de Pasajes y de la que Juanot era maestre. Se trataba de un navío destinado a la pesca en Terranova, a donde se acudía para la captura de bacalao y la caza de la ballena. Las expediciones a Canadá lideradas por hondarribitarras se constatan en la documentación desde el año 1541. Catalina y Juanot, según narra el documento, habían cubierto a medias los gastos de la nave y, por tanto, los beneficios debían repartirse a partes iguales.

Tendemos a pensar que la participación de las mujeres en las actividades pesqueras tenía que ver sólo con su labor como rederas o en la preparación del pescado, ambos trabajos imprescindibles. Pero, al igual que en el caso del comercio, donde las mujeres podían encabezar empresas de importancia, en el mundo marítimo no era excepcional la existencia de mujeres armadoras que financiaban la construcción de navíos para la pesca y promovían expediciones a Terranova.

Lugar: la Puerta de Santa María

La Puerta de Santa María era -y sigue siendo hoy en día- una de las dos entradas principales al recinto amurallado. En época medieval y moderna contaba con un puente levadizo para controlar el acceso a la ciudad. El escudo que podemos ver sobre el arco data del año 1694, pero no era esta su ubicación original. Fue trasladado en 1879 desde el Convento de Capuchinos de Amute, donde estaba situado en la puerta de la iglesia. Entre los distintos elementos que componen el escudo de armas de Hondarribia podemos contemplar un ángel llevando la llave de la ciudad; un león rampante; una sirena con un espejo acompañada de un tritón que porta una granada; y, por último, una nao que da caza a una ballena. Este último motivo constata la importancia que la pesca y el mar tuvieron en la economía de la ciudad medieval.

Sabemos de Catalina de Gijón que era vecina de Hondarribia y que falleció en el año 1555, ya que se ha conservado su testamento. También cuenta la documentación que era viuda de Juanes de Casanueva, pero apenas contamos con unas pocas pinceladas más para trazar la biografía de esta singular mujer. Sin embargo, y a pesar de la ausencia de datos de su biografía, hay más de una docena de documentos asociados con ella en el Archivo Histórico Provincial de Gipuzkoa.

Así es como ha pasado Catalina de Gijón a la historia, a veces como demandante, a veces como demandada. En julio de 1541, ya viuda de Juanes, le reclamaron a ella y a Jordana de Montaot los beneficios que había obtenido su cuñado Esteban de Casanueva con la venta de varios quintales de hierro. También ese año, Juan de Aldave, el mismo que le había reclamado la venta del hierro, tuvo que permitir que Catalina sacara los bienes de una nao que legítimamente le pertenecían. Esto incluía una bomba, para achicar el agua de la nao, y un cepo de lombarda, un cañón de gran calibre utilizado en la época. En 1542, un documento demuestra que Catalina de Gijón, junto a Catalina de Casanueva, ambas vecinas de Hondarribia, tenían arrendados varios molinos en Irun por un plazo de treinta años.

Pero el más interesante de los negocios en los que intervenía Catalina era el de la pesca. El 28 de marzo de 1551 se firmó un documento que recogía un pleito entre Catalina de Gijón y Juanot de Aduna. Ambos eran propietarios de una nao, de nombre “Santa María”, fondeada en el puerto de Pasajes y de la que Juanot era maestre. Se trataba de un navío destinado a la pesca en Terranova, a donde se acudía para la captura de bacalao y la caza de la ballena. Las expediciones a Canadá lideradas por hondarribitarras se constatan en la documentación desde el año 1541. Catalina y Juanot, según narra el documento, habían cubierto a medias los gastos de la nave y, por tanto, los beneficios debían repartirse a partes iguales.

Tendemos a pensar que la participación de las mujeres en las actividades pesqueras tenía que ver sólo con su labor como rederas o en la preparación del pescado, ambos trabajos imprescindibles. Pero, al igual que en el caso del comercio, donde las mujeres podían encabezar empresas de importancia, en el mundo marítimo no era excepcional la existencia de mujeres armadoras que financiaban la construcción de navíos para la pesca y promovían expediciones a Terranova.

Lugar: la Puerta de Santa María

La Puerta de Santa María era -y sigue siendo hoy en día- una de las dos entradas principales al recinto amurallado. En época medieval y moderna contaba con un puente levadizo para controlar el acceso a la ciudad. El escudo que podemos ver sobre el arco data del año 1694, pero no era esta su ubicación original. Fue trasladado en 1879 desde el Convento de Capuchinos de Amute, donde estaba situado en la puerta de la iglesia. Entre los distintos elementos que componen el escudo de armas de Hondarribia podemos contemplar un ángel llevando la llave de la ciudad; un león rampante; una sirena con un espejo acompañada de un tritón que porta una granada; y, por último, una nao que da caza a una ballena. Este último motivo constata la importancia que la pesca y el mar tuvieron en la economía de la ciudad medieval.

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