Dolores Salis trabajó la escultura y el esmalte y fue escritora. Pese a todo, ha pasado a nuestra Historia como la esposa del escritor Luís Rodriguez Gal, “Luís de Uranzu”, y hermana del último alcalde republicano Luís Salis.

Dolores, para sus allegados Lolita, nació en 1899. Nació en la imponente casa Beraun que tenéis enfrente y allí vivió la mayor parte de su vida. Esta casa es un tesoro que casi pasa desapercibido.

En su día sus terrenos llegaban desde la avenida Iparralde hasta la calle Santiago, y por eso se llama este barrio Beraun. Entonces la casa contaba con una sidrería y un embarcadero.

Dolores creció entre las obras de su padre el pintor Jose Luis Salis. La familia Salis llegó a Irun en su generación anterior con el arquitecto Remy Salis que diseño el nuevo Paseo de Colón.

Dolores era la única hija de la familia, y pese a que sus hermanos sí estudiaron ingenierías, a ella, no le dieron opción a estudiar. Por que y por ser mujer. En esa época, lejos de ir a la universidad, las mujeres estudiaban música y eran preparadas para ser amas de casa.

Pese a todo, Dolores no cesó y trabajó duró. Primero en la escultura, esculpiendo grandes bloques de piedra. Y cuando empezó a perder la vista, siguió con el esmalte, hasta envejecer. Realizó importantes obras y las expuso en muchas ciudades. En CBA está, por ejemplo, el busto que hizo a su marido.

Pasó junto a su marido Luís Rodríguez Gal, el famoso escritor que firmaba bajo el seudónimo de “Luís de Uranzu” casi toda la vida y fueron padres de cinco hijos. Vivían felices en Beraun. A punto de conocer tres siglos, sí conoció tres guerras. La de 1936 le cambió la vida.

La guerra de 1936 los envió al exilio, como a muchos irundarras. A su vuelta, se encontraron a una familia franquista viviendo en su casa de Beraun. Los siete tuvieron que vivir en la bodega. Aún y todo, sus hijos siempre los recuerdan felices, con una sonrisa en los labios. Y sufriendo lo que
sufrieron recuerdan aquella etapa como una aventura más.

Con 80 años, operada de cataratas y habiendo perdido mucha vista, Dolores tuvo que dejar el esmalte, que requería precisión. Junto a una maquina de escribir Olivet comenzó su última aventura artística: la escritura. Escribió hasta morir y dejó el conocido libro Exilios.

Dolores Salis trabajó la escultura y el esmalte y fue escritora. Pese a todo, ha pasado a nuestra Historia como la esposa del escritor Luís Rodriguez Gal, “Luís de Uranzu”, y hermana del último alcalde republicano Luís Salis.

Dolores, para sus allegados Lolita, nació en 1899. Nació en la imponente casa Beraun que tenéis enfrente y allí vivió la mayor parte de su vida. Esta casa es un tesoro que casi pasa desapercibido.

En su día sus terrenos llegaban desde la avenida Iparralde hasta la calle Santiago, y por eso se llama este barrio Beraun. Entonces la casa contaba con una sidrería y un embarcadero.

Dolores creció entre las obras de su padre el pintor Jose Luis Salis. La familia Salis llegó a Irun en su generación anterior con el arquitecto Remy Salis que diseño el nuevo Paseo de Colón.

Dolores era la única hija de la familia, y pese a que sus hermanos sí estudiaron ingenierías, a ella, no le dieron opción a estudiar. Por que y por ser mujer. En esa época, lejos de ir a la universidad, las mujeres estudiaban música y eran preparadas para ser amas de casa.

Pese a todo, Dolores no cesó y trabajó duró. Primero en la escultura, esculpiendo grandes bloques de piedra. Y cuando empezó a perder la vista, siguió con el esmalte, hasta envejecer. Realizó importantes obras y las expuso en muchas ciudades. En CBA está, por ejemplo, el busto que hizo a su marido.

Pasó junto a su marido Luís Rodríguez Gal, el famoso escritor que firmaba bajo el seudónimo de “Luís de Uranzu” casi toda la vida y fueron padres de cinco hijos. Vivían felices en Beraun. A punto de conocer tres siglos, sí conoció tres guerras. La de 1936 le cambió la vida.

La guerra de 1936 los envió al exilio, como a muchos irundarras. A su vuelta, se encontraron a una familia franquista viviendo en su casa de Beraun. Los siete tuvieron que vivir en la bodega. Aún y todo, sus hijos siempre los recuerdan felices, con una sonrisa en los labios. Y sufriendo lo que
sufrieron recuerdan aquella etapa como una aventura más.

Con 80 años, operada de cataratas y habiendo perdido mucha vista, Dolores tuvo que dejar el esmalte, que requería precisión. Junto a una maquina de escribir Olivet comenzó su última aventura artística: la escritura. Escribió hasta morir y dejó el conocido libro Exilios.

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