Julia Iruretagoiena tuvo una vida muy intensa. Socialista hasta la médula, profesora, marcada por exilio…destacó por articular la ayuda a los exiliados.
Julia nació en 1886. Su padre era León Iruretagoiena y su madre, la hendaiesa Maria Selles. Nació en una familia muy republicana. Su padre llegó a ser alcalde republicano de Irun, antes incluso de que llegara la República. Una calle cercana a la plaza de San Juan tiene el nombre de su padre. Julia, sin embargo, no tiene ninguna calle en su honor.
Julia, comprometida con la política desde niña, conoció al que sería su compañero Tomas Meabe en Donibane Garazi. Meabe, era vizcaíno, pero debido a la represión tubo que huir al otro lado del Bidasoa.
Ambos tuvieron una vida dura, llena de altibajos y dificultades, siempre escondidos y huyendo. En 1912 tuvieron un hijo: León. Pero Tomas, afectado de tuberculosis, murió en 1915.
Tras la muerte de Tomas, empezó, sin embargo, la verdadera aventura de Julia. Pese a volver con la familia a Irun, pronto se instalaría en Madrid, afiliándose a la Agrupación socialista y trabajando en la dirección la Residencia de las estudiantes.
Julia luchó para que las mujeres tuvieran derecho a la educación. En el círculo María de Maeztu primero y en lo que sería la cuna del feminismo el club Lyceum.
Julia tuvo una amiga muy especial: Victoria Kent. Kent fue la primera mujer del Estado español en entrar en la universidad. Y fue la primera en ejercer la abogacía ante un juzgado militar. Llegó a ser representante política, cuando las mujeres no podían ni votar. Ambas era muy liberales, en aquella sociedad. Se cree incluso que fueron pareja.
La vida no fue fácil para Julia. Su hijo murió en la guerra de 1936 tras la explosión del laboratorio en el que trabajaba.
Triste, Julia viajó con su familia y Kent a París. Y después huyendo de la segunda Guerra Mundial pusieron rumbo a México. Donde Julia trabajó en apoyo a los exiliados republicanos hasta su muerte, en 1954.
Su último deseo era ser enterrada junto a su hijo y Meabe. No fue hasta 2017 cuando cumplió su sueño, descansando los tres en el cementerio de Derio.
Julia Iruretagoiena tuvo una vida muy intensa. Socialista hasta la médula, profesora, marcada por exilio…destacó por articular la ayuda a los exiliados.
Julia nació en 1886. Su padre era León Iruretagoiena y su madre, la hendaiesa Maria Selles. Nació en una familia muy republicana. Su padre llegó a ser alcalde republicano de Irun, antes incluso de que llegara la República. Una calle cercana a la plaza de San Juan tiene el nombre de su padre. Julia, sin embargo, no tiene ninguna calle en su honor.
Julia, comprometida con la política desde niña, conoció al que sería su compañero Tomas Meabe en Donibane Garazi. Meabe, era vizcaíno, pero debido a la represión tubo que huir al otro lado del Bidasoa.
Ambos tuvieron una vida dura, llena de altibajos y dificultades, siempre escondidos y huyendo. En 1912 tuvieron un hijo: León. Pero Tomas, afectado de tuberculosis, murió en 1915.
Tras la muerte de Tomas, empezó, sin embargo, la verdadera aventura de Julia. Pese a volver con la familia a Irun, pronto se instalaría en Madrid, afiliándose a la Agrupación socialista y trabajando en la dirección la Residencia de las estudiantes.
Julia luchó para que las mujeres tuvieran derecho a la educación. En el círculo María de Maeztu primero y en lo que sería la cuna del feminismo el club Lyceum.
Julia tuvo una amiga muy especial: Victoria Kent. Kent fue la primera mujer del Estado español en entrar en la universidad. Y fue la primera en ejercer la abogacía ante un juzgado militar. Llegó a ser representante política, cuando las mujeres no podían ni votar. Ambas era muy liberales, en aquella sociedad. Se cree incluso que fueron pareja.
La vida no fue fácil para Julia. Su hijo murió en la guerra de 1936 tras la explosión del laboratorio en el que trabajaba.
Triste, Julia viajó con su familia y Kent a París. Y después huyendo de la segunda Guerra Mundial pusieron rumbo a México. Donde Julia trabajó en apoyo a los exiliados republicanos hasta su muerte, en 1954.
Su último deseo era ser enterrada junto a su hijo y Meabe. No fue hasta 2017 cuando cumplió su sueño, descansando los tres en el cementerio de Derio.