Tras el alarde de 2002, el 6 de julio el TSJPV, – más tarde ratificada por el Tribunal Supremo-, da a conocer su sentencia sobre los alardes privados, en el sentido de estimar que los permisos dados por el Ayuntamiento de Irun para la celebración del Alarde discriminatorio como espectáculo público, eran correctos. Se basaba para ello en la libertad que otorga el derecho de asociación a organizar privadamente actos frente los cuales el principio de igualdad tiene menos fuerza que frente a los poderes públicos.
Ante esta nueva resolución, se imponía una profunda reflexión y tras largas e intensas discusiones se decide que el camino más viable era volver a organizar el Alarde Municipal. Estos debates marcaron un antes y un después en la lucha en favor de la participación de las mujeres y algunas de las mujeres pioneras en esta batalla dejaron de participar en la lucha. A su entender, la solución no podían ser dos alardes y el mantenimiento de un espacio discriminatorio.
La decisión de organizar el alarde chocó, además, con un impedimento: el 19 de mayo de 2003 la Junta de Portavoces aprueba una declaración en la que declinan organizar un Alarde municipal igualitario, a pesar de las recomendaciones del Ararteko y de Emakunde.
En cualquier caso y pese a la dejación del municipio, se consigue organizar un Alarde público. Público porque da cabida a toda la ciudadanía y público por estar financiado por instituciones públicas; eso sí, instituciones ajenas al Ayuntamiento.
Esta decisión conlleva, sin embargo, que dos alardes recorran de nuevo la ciudad de Irun. A lo largo de toda la jornada, pero especialmente por la tarde y de manera señalada en la calle Mayor, se sucedieron las agresiones y las dificultades del alarde igualitario para desfilar.
Desde 2003 y hasta 2019 dos alardes han recorrido las calles de nuestro municipio. Las agresiones e insultos al paso del alarde igualitario al principio por todo el recorrido, circunscrito años después a la calle Mayor, han ido desaparecimiento paulatinamente. La violencia y la tensión sufrida por las mujeres los primeros años de lucha sí que ha ido menguando, pero se ha convertido en una rara normalidad en la que las familias, las cuadrillas y la ciudadanía en general se ha visto dividida en dos fiestas paralelas.
El alarde igualitario por su parte, ha ido haciendo camino, y la participación de mujeres y hombres, jóvenes y mayores, ha ido creciendo año tras año. Mientras que los primeros años echo a andar con 400 participantes, en el año 2019 el alarde llegó a reunir a más de 1.200 personas.
Tras el alarde de 2002, el 6 de julio el TSJPV, – más tarde ratificada por el Tribunal Supremo-, da a conocer su sentencia sobre los alardes privados, en el sentido de estimar que los permisos dados por el Ayuntamiento de Irun para la celebración del Alarde discriminatorio como espectáculo público, eran correctos. Se basaba para ello en la libertad que otorga el derecho de asociación a organizar privadamente actos frente los cuales el principio de igualdad tiene menos fuerza que frente a los poderes públicos.
Ante esta nueva resolución, se imponía una profunda reflexión y tras largas e intensas discusiones se decide que el camino más viable era volver a organizar el Alarde Municipal. Estos debates marcaron un antes y un después en la lucha en favor de la participación de las mujeres y algunas de las mujeres pioneras en esta batalla dejaron de participar en la lucha. A su entender, la solución no podían ser dos alardes y el mantenimiento de un espacio discriminatorio.
La decisión de organizar el alarde chocó, además, con un impedimento: el 19 de mayo de 2003 la Junta de Portavoces aprueba una declaración en la que declinan organizar un Alarde municipal igualitario, a pesar de las recomendaciones del Ararteko y de Emakunde.
En cualquier caso y pese a la dejación del municipio, se consigue organizar un Alarde público. Público porque da cabida a toda la ciudadanía y público por estar financiado por instituciones públicas; eso sí, instituciones ajenas al Ayuntamiento.
Esta decisión conlleva, sin embargo, que dos alardes recorran de nuevo la ciudad de Irun. A lo largo de toda la jornada, pero especialmente por la tarde y de manera señalada en la calle Mayor, se sucedieron las agresiones y las dificultades del alarde igualitario para desfilar.
Desde 2003 y hasta 2019 dos alardes han recorrido las calles de nuestro municipio. Las agresiones e insultos al paso del alarde igualitario al principio por todo el recorrido, circunscrito años después a la calle Mayor, han ido desaparecimiento paulatinamente. La violencia y la tensión sufrida por las mujeres los primeros años de lucha sí que ha ido menguando, pero se ha convertido en una rara normalidad en la que las familias, las cuadrillas y la ciudadanía en general se ha visto dividida en dos fiestas paralelas.
El alarde igualitario por su parte, ha ido haciendo camino, y la participación de mujeres y hombres, jóvenes y mayores, ha ido creciendo año tras año. Mientras que los primeros años echo a andar con 400 participantes, en el año 2019 el alarde llegó a reunir a más de 1.200 personas.