El museo Oiasso con anterioridad, albergaba las antiguas escuelas municipales, desde aproximadamente 1840. Cuando se construyeron las escuelas Viteri, que se encontraban en la avenida de Iparralde, se trasladó allí la escuela de niños, mientras que en este edificio fue donde nuestras madres y abuelas tuvieron la opción de estudiar la enseñanza primaria, la única accesible para la mayor parte de ellas. La escuela se cerró hacia 1984.

Tras la primera guerra carlista, el Ayuntamiento eligió por oposición a un maestro y una maestra municipales. Mientras que al varón fue examinado sobre sus conocimientos por un tribunal, la maestra fue entrevistada por las señoras de la ciudad que certificaban si sabía coser, leer y escribir y sumar y restar. Así ocurriría hasta que se crearon las escuelas de magisterio, primer y privilegiado acceso de las mujeres a la Universidad. Por cierto, la ganadora de la oposición y primera maestra municipal fue Francisca Bernarda Etxeberria.

El papel secundario asignado a la mujer ha pesado profundamente sobre las posibilidades del acceso de las niñas al mundo de la enseñanza y la educación hasta prácticamente finales del siglo XIX. Sin embargo, las mujeres han tenido un papel fundamental en la transmisión del conocimiento y los valores a las siguientes generaciones. Como hemos dicho, muchas de ellas han desarrollado su labor dentro de las escuelas municipales, que fueron creciendo y extendiéndose por los barrios a medida que aumentaba la población de nuestra ciudad. Otras han enseñado en escuelas o academias de su propia creación, como las hermanas Etxeberria que mucha gente aún recuerda, o dentro de instituciones religiosas, como las Hijas de la Caridad – que llegaron a Irun en el último tercio del siglo XIX- o las Hijas de María, que acudieron gracias al magnifico colegio que les construyó otra mujer, Prudencia Arbide.

Asimismo no podemos olvidar a Mari Jose Urruzola Zabalza, nacida en nuestra ciudad en 1940 y precursora de la coeducación y la educación para la igualdad. Esta escritora y pedagoga feminista trabajó en los servicios de apoyo del Departamento de Educación del Gobierno Vasco como asesora de coeducación, donde escribió diversos libros y guías educativas, entonces transformadoras, para niñas y adolescentes, con temas como la violencia de género, las relaciones interpersonales y la educación sexual.

En Irun y en Euskal Herria las mujeres han tenido un papel fundamental en la creación de las ikastolas, centros de enseñanzas en euskara apuntalados sobre la cultura vasca e identidad nacional. El surgimiento y posterior desarrollo del movimiento de ikastolas, de los años sesenta y setenta, hay que situarlo en un contexto amplio de lucha popular ante el franquismo. La actual ikastola Txingudi nació en este contexto.

El museo Oiasso con anterioridad, albergaba las antiguas escuelas municipales, desde aproximadamente 1840. Cuando se construyeron las escuelas Viteri, que se encontraban en la avenida de Iparralde, se trasladó allí la escuela de niños, mientras que en este edificio fue donde nuestras madres y abuelas tuvieron la opción de estudiar la enseñanza primaria, la única accesible para la mayor parte de ellas. La escuela se cerró hacia 1984.

Tras la primera guerra carlista, el Ayuntamiento eligió por oposición a un maestro y una maestra municipales. Mientras que al varón fue examinado sobre sus conocimientos por un tribunal, la maestra fue entrevistada por las señoras de la ciudad que certificaban si sabía coser, leer y escribir y sumar y restar. Así ocurriría hasta que se crearon las escuelas de magisterio, primer y privilegiado acceso de las mujeres a la Universidad. Por cierto, la ganadora de la oposición y primera maestra municipal fue Francisca Bernarda Etxeberria.

El papel secundario asignado a la mujer ha pesado profundamente sobre las posibilidades del acceso de las niñas al mundo de la enseñanza y la educación hasta prácticamente finales del siglo XIX. Sin embargo, las mujeres han tenido un papel fundamental en la transmisión del conocimiento y los valores a las siguientes generaciones. Como hemos dicho, muchas de ellas han desarrollado su labor dentro de las escuelas municipales, que fueron creciendo y extendiéndose por los barrios a medida que aumentaba la población de nuestra ciudad. Otras han enseñado en escuelas o academias de su propia creación, como las hermanas Etxeberria que mucha gente aún recuerda, o dentro de instituciones religiosas, como las Hijas de la Caridad – que llegaron a Irun en el último tercio del siglo XIX- o las Hijas de María, que acudieron gracias al magnifico colegio que les construyó otra mujer, Prudencia Arbide.

Asimismo no podemos olvidar a Mari Jose Urruzola Zabalza, nacida en nuestra ciudad en 1940 y precursora de la coeducación y la educación para la igualdad. Esta escritora y pedagoga feminista trabajó en los servicios de apoyo del Departamento de Educación del Gobierno Vasco como asesora de coeducación, donde escribió diversos libros y guías educativas, entonces transformadoras, para niñas y adolescentes, con temas como la violencia de género, las relaciones interpersonales y la educación sexual.

En Irun y en Euskal Herria las mujeres han tenido un papel fundamental en la creación de las ikastolas, centros de enseñanzas en euskara apuntalados sobre la cultura vasca e identidad nacional. El surgimiento y posterior desarrollo del movimiento de ikastolas, de los años sesenta y setenta, hay que situarlo en un contexto amplio de lucha popular ante el franquismo. La actual ikastola Txingudi nació en este contexto.

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